Reflexiones sobre el patrimonio desde Chile y América Latina
##plugins.themes.bootstrap3.article.main##
Resumen
El éxito y la masificación que goza actualmente la noción de «patrimonio» es el producto de un recorrido extenso y accidentado. Detrás del aparente consenso celebratorio que prevalece en el discurso público, todavía hoy encontramos que dicho concepto admite definiciones y usos diversos e incluso contradictorios, invitándonos a reconocerlo como un dispositivo complejo, polisémico y en permanente transformación. La edición de este número temático, cuyo objeto es reflexionar sobre el patrimonio desde Chile y América Latina, no puede sino tomar como punto de partida esta condición tensionada del patrimonio en el mundo contemporáneo, ofreciendo algunas claves y aproximaciones al fenómeno que dan cuenta de la diversidad y riqueza que caracteriza a este campo de estudios. Los paradigmas sucesivos que han marcado los modos de entender y gestionar el patrimonio no pueden, en la actualidad, ser pensados como conceptualizaciones absolutas e incontestables. Si en primera instancia, respondiendo a sus orígenes etimológicos, el patrimonio se encontró asociado a la noción de «herencia» (Ballart, 2002), hoy en día sabemos que estos acervos no son sólo la recepción pasiva de un conjunto de bienes del pasado, pues su activación necesariamente implica múltiples procesos de selección y omisión. Del mismo modo, la identificación romántica del patrimonio con la noción de «tesoro» —es decir, como algo precioso y de valor excepcional, y que por lo tanto debe ser conservado y preservado—, debe ser matizada por una pregunta acerca de quiénes y cómo se le otorga dicho valor a los bienes que se consideran patrimoniales. Por otra parte, y de forma paralela a las transformaciones experimentadas por un concepto aledaño (el de «cultura»), la noción de patrimonio ha debido desanclarse de su consideración meramente física y objetual, para abrir paso a las dimensiones inmateriales y simbólicas que también constituyen los procesos de patrimonialización. Ello implica que la gestión del patrimonio no puede restringirse a la mera conservación de las piezas o edificios, pues también es de su competencia la promoción de los acervos culturales que constituyen la vida y memoria de los pueblos en toda su diversidad. Los debates que marcaron los estudios sobre el patrimonio durante los años noventa en Iberoamérica recogieron críticamente estas lecciones, subrayando las ambivalencias del concepto y los derroteros que éste experimenta en el curso de la vida social. Desde el campo específico de la antropología, los aportes de Ll. Prats (1997) pusieron en evidencia el carácter de «construcción social» que subyace a todo patrimonio. De esta forma, podemos constatar que no hay nada neutro ni inmutable en el concepto: se trata, necesariamente, de la activación de determinadas versiones —ideológicas— de la identidad local, por parte de agentes sociales diversos que no necesariamente están de acuerdo entre sí. Asimismo, las contribuciones de N. García Canclini (1999) permitieron visualizar la multiplicidad de actores, discursos y usos que configuran el ámbito del patrimonio, y los modos en que sus interacciones se encuentran condicionadas por los recursos y capacidades diferenciales con los que cuentan para imponer sus respectivas agendas en la arena patrimonial. Durante el tránsito hacia el siglo XXI, en el marco de los procesos de globalización, estas tensiones del campo patrimonial cobraron nuevas escalas y conformaron un peculiar paisaje geopolítico, arbitrado en buena medida por organismos internacionales como la UNESCO. En este contexto, la voz de las ciencias sociales en el debate sobre el patrimonio puso en cuestión la supuesta neutralidad con la que operaban ciertos saberes disciplinares desde la arquitectura, las bellas artes o la historia, enfatizando el hecho de que las declaratorias patrimoniales —y sus correspondientes procesos de gestión y conservación— no pueden ser entendidas como asuntos ajenos al problema del poder. El dossier «Reflexiones sobre el patrimonio desde Chile y América Latina» entrega nuevas miradas para profundizar en este diagnóstico crítico, poniendo en perspectiva las primeras décadas de políticas patrimoniales en el contexto de la región. En esta sintonía, el artículo de M. Lacarrieu y S. Laborde pone foco en las tensiones diversas que se reproducen en el marco de los procesos de patrimonialización de acervos inmateriales, pertenecientes a comunidades signadas por diversas formas de subalternidad y colonialidad. Para las autoras, el discurso del patrimonio resulta indisociable de la colonialidad del poder y de las clasificaciones étnicas y raciales que lo sustentan, tal y como se expresa en el mapa dibujado por la UNESCO para consagrar y administrar el Patrimonio Cultural Inmaterial. A partir de las experiencias de la población afrodescendiente de Buenos Aires, y sus múltiples estrategias en pos del reconocimiento de una cultura negada y subalternizada, el texto da cuenta de la amplia y compleja gama de desacoples entre las lógicas institucionales y los grupos sociales que buscan posicionar sus patrimonios: mientras las primeras —a menudo bienintencionadas— continúan atadas a definiciones esencialistas y enraizadas en la retórica eurocentrista de la nación; los sujetos y comunidades trascienden los territorios y operan a través de prácticas en movimiento que apuntan hacia su descolonización. El patrimonio, como lo fuera la noción de «cultura» de acuerdo al crucial texto de G. Yúdice (2002), se convierte en estos escenarios en un recurso que configura identidades y agencias de modo performativo. Siguiendo en la misma clave crítica, la contribución de Xavier Andrade desmenuza agudamente los límites y vicios que entrañan los usos del concepto de «patrimonio» en su despliegue contemporáneo, poniendo especial atención a las políticas culturales ecuatorianas y al caso específico de la ciudad de Guayaquil. Las secciones iniciales del artículo constituyen una entrada analítica a las ambigüedades e instrumentalizaciones que han marcado la historia reciente del patrimonio. Se cuestiona, de este modo, su pretendida asepsia conceptual, demostrando —mediante la experiencia empírica guayaquileña— su acople funcional a las agendas del poder en términos de sus políticas identitarias, cívicas y urbanísticas. Como contrapunto de estas operaciones institucionales, Andrade apela a una perspectiva antropológica que le permite ofrecer nociones alternativas para pensar los acervos culturales desde lógicas descentradas y abiertas a la diversidad: «ruinas»; «materialidad»; «apropiación». Los artículos a continuación nos permiten entrar en territorio chileno, a través del análisis de las políticas de gestión del patrimonio desde el punto de vista de la institucionalidad local. El texto de P. Seguel, en primer lugar, lleva el concepto de patrimonio al campo de la memoria y los derechos humanos, examinando las políticas de protección de los Sitios de Memoria desde 1996 hasta la fecha. En el marco de las políticas de pasado y las políticas de memoria que han articulado los procesos de reparación simbólica en el Chile postdictatorial, el autor se introduce en el trabajo de patrimonialización y puesta en valor de la memoria de las violaciones a los derechos humanos en Chile. Así, Seguel elabora un diagnóstico municioso de los Sitios de Memoria del país, dando cuenta de las diversas falencias que aquejan su gestión y visibilizando la ausencia de una política pública sistemática que permita trascender las protecciones acotadas y reactivas que han caracterizado el actuar institucional. Por otro lado, el documento que nos presentan L. Alegría y C. Urzúa analiza el dispositivo patrimonial a partir de una de sus instituciones más canónicas: el museo. Poniendo atención al panorama museal que caracteriza al Valle del Aconcagua, los investigadores indagan en las diversas variables museológicas y turísticas que intervienen en esta oferta cultural, y entregan claves para potenciar nuevas estrategias desarrollo integral, participativo y sustentable con el protagonismo de sus comunidades. Ambos artículos nos advierten de las diversas brechas y dificultades que ha experimentado la escena local para dotar a la institucionalidad de herramientas sólidas, efectivas y sistemáticas para la gestión y promoción del patrimonio. Finalmente, presentamos dos contribuciones que se sitúan en una escala empírica para reflexionar en torno a los procesos de patrimonialización en tanto escenas de convergencia de intereses y actores diversos. La primera de ellas vuelve la mirada al ámbito urbano: J. Arratia se detiene en el reciente desarrollo experimentado por el barrio Matta Sur, en la zona de Santiago Centro, en el marco de su declaratoria como Zona Típica de acuerdo a la normativa patrimonial. El caso permite observar la convergencia —no siempre armónica— de diferentes discursos acerca del valor del «hábitat residencial» del barrio, instalando una pregunta acerca de qué significa el desarrollo urbano en tiempos de presiones inmobiliarias, y para quién se construye la ciudad. En segundo lugar, el artículo que cierra este dossier pone el foco en el escenario rural, a través de una aproximación a los acervos patrimoniales y las formas de vida implicadas en la cerámica de Quinchamalí. En éste, G. Campaña interroga el papel que ha jugado esta expresión del arte popular en las representaciones de “lo chileno”, en tanto espacio de disputas simbólicas, para luego examinar detenidamente la cadena operativa de procesos —materiales e inmateriales— que hacen posible la emergencia de las piezas. De este modo, a partir de una aproximación etnográfica, la autora visibiliza los diversos elementos involucrados en la construcción del valor de estas artesanías, recorriendo sus condiciones de producción cerámica; las tramas sociales y simbólicas que las sustentan; y las vicisitudes de los circuitos de distribución y comercialización de las obras. Las diversas entradas y niveles con que estos textos abordan la problemática del patrimonio nos permiten observarlo como un campo de estudios en el que converge una multiplicidad de actores, disciplinas, perspectivas teóricas y agendas políticas. La vocación amplia y abarcadora del concepto es, tal vez, aquello que lo constituye como un espacio para las indeterminaciones y agencias, invitando al diálogo crítico entre tradiciones y posturas diversificadas. Esperamos que este dossier, desde su emplazamiento latinoamericano, pueda contribuir a señalar algunos de los desafíos contemporáneos de estos debates, visibilizando las experiencias locales y abriendo preguntas que cobran nuevas urgencias en este campo que está siempre en construcción.
Referencias bibliográficas.
Ballart, J. (2002) El patrimonio histórico y arqueológico: valor y uso. Barcelona, España: Ariel.
García Canclini, N. (1999) “Los usos sociales del Patrimonio Cultural”. En: Aguilar Criado, Encarnación Patrimonio Etnológico. Nuevas perspectivas de estudio. Andalucía, España: Consejería de Cultura. Junta de Andalucía.
Prats, L. (1997). Antropología y patrimonio. Barcelona, España: Ariel Antropología
Yúdice, G. (2002). El recurso de la cultura. Usos de la cultura en la era global. Barcelona, España: Gedisa.