Presentación

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Darío Montero

Resumen

Esta publicación especial de revista Persona y Sociedad, volumen XXX, número 2, está dedicada al filósofo canadiense Charles Taylor, uno de los pensadores más importantes de la actualidad, reconocido durante la última década con los premios más destacados del mundo en el área de las humanidades como son el Kyoto, el Templeton, el John W. Kluge y, recientemente, el Berggruen Prize for Philosophy. El pasado mes de noviembre, Taylor cumplió 85 años de edad, lo que nos ofrece la ocasión de repensar, a modo de homenaje, algunas de sus principales contribuciones a la filosofía y las ciencias sociales en general. Taylor nace en Montreal, provincia de Quebec, en el seno de una familia bilingüe, con un padre anglófono protestante y una madre francófona católica, en un contexto bicultural, lo cual permite acercarse a comprender uno de los rasgos más distintivos de su personalidad: su incesante búsqueda mediante el diálogo reflexivo de un entendimiento entre la diversidad de individuos y grupos humanos que coexisten en nuestras sociedades modernas. Los eventos históricos que le tocó presenciar en su larga vida –el nazismo, fascismo y estalinismo de los años treinta y cuarenta del siglo pasado, la Guerra Fría o el terrorismo después del 11 de septiembre de 2001– agregaron quizás una sensación de urgencia a esta búsqueda humanística y filosófica, la que fue cobrando a lo largo de su trayectoria como pensador, pedagogo y político un carácter cada vez más concreto y orientado hacia la práctica. La lectura de Taylor no deja tan solo un ‘gustito’ intelectual, sino la sensación de que sus ideas están compenetradas de la realidad y que, de ser tomadas en serio, podrían hacer incluso mucho bien. Indudablemente, algunos libros y encuentros humanos marcaron un antes y un después en su vida. Después de estudiar historia en la Universidad de McGill en Montreal, Taylor se fue a Oxford a estudiar filosofía, política y economía, pero el ambiente pospositivista allí reinante rápidamente lo ahogó. Cierto día, un amigo le recomendó leer a Merleau-Ponty y se le abrió un mundo. Fue el punto de partida de un esfuerzo intelectual propio, el que intentó desde el comienzo construir un puente entre la tradición analítica anglosajona y la filosofía continental, por un lado, y entre la filosofía y las ciencias sociales, por el otro. Entre los encuentros determinantes en la biografía de nuestro autor no está solo Merleau-Ponty, a cuyas impecables lecciones asistió en París, sino también otros nombres célebres como el de sus maestros y luego colegas Isaiah Berlin y Elizabeth Anscombe. La impresionante trayectoria de Taylor como intelectual –sin pretender mencionar siquiera su faceta como político en esta breve presentación–, que comienza hacia fines de la década de 1950 y se consolida con la publicación de su primer libro The Explanation of Behaviour (1964), no se ha visto interrumpida hasta el día de hoy. El año 2016 vio la luz el último de sus libros, The Language Animal, una obra donde sistematiza y amplía sus reflexiones en torno al lenguaje como elemento constitutivo del ser humano. En estos más de cincuenta años de trabajo, Taylor se ha enfrentado con los pensadores más distinguidos de su generación, entre los que se cuentan Thomas Kuhn, Clifford Geertz, Michel Foucault, Jürgen Habermas, Alasdair MacIntyre o Richard Rorty. Estos mismos nombres de por sí ya indican la diversidad de disciplinas en las que Taylor ha penetrado hasta dominarlas: filosofía de la ciencia y epistemología, antropología, sociología, ética, teoría política, por nombrar solo algunas. La presente publicación quisiera dar testimonio de al menos una parte de los variados intereses y preocupaciones que recorren la obra del pensador canadiense aquí homenajeado. Mimi Bick abre el número con una presentación muy aclaratoria del reciente libro de Taylor, coescrito junto a Hubert Dreyfus, Retrieving Realism (2015), todavía no editado en castellano. Como muestra Bick en su artículo, esta obra no solamente permite caracterizar en detalle la crítica tayloriana a la tradición epistemológica iniciada con Descartes, así como su propia concepción del conocimiento humano, sino que presenta además la ocasión para “explorar algunos temas recurrentes en la obra de Taylor, y que constituyen los elementos centrales de su antropología filosófica”, como son por ejemplo la centralidad del lenguaje como comunidad de sentido y la interpretación en el ser humano. En tanto la reivindicación de esta antropología filosófica ha sido identificada por el mismo Taylor como el centro de sus desvelos, es este un buen lugar para comenzar. Este holismo hermenéutico, por llamarlo de alguna manera, se verá reflejado también en los escritos políticos y sociales del autor. Renato Cristi y Antonio Correa exploran aspectos centrales de la filosofía política de Taylor, desde su ‘tesis social’ (republicana) como condición de posibilidad de una sociedad libre y autogobernada, hasta su concepción positiva de la libertad y la validez de las nociones de justicia distributiva y bien común. Este entronque ‘comunitario’ de su pensamiento, si bien incompatible con el neoliberalismo de la actualidad, sí hace posible una complementariedad entre el republicanismo y un liberalismo bien entendido, complementariedad que aparece implícita en su análisis de la justicia distributiva y explícitamente en su libro The Malaise of Modernity (1992), en donde distingue una vertiente igualitaria del liberalismo. Sobre este cuadro más amplio de la filosofía política tayloriana, mi contribución a este número consiste en una reconstrucción del concepto de democracia del autor, el que busca compatibilizar el ideal del autogobierno ciudadano, por un lado, con el pluralismo y el lugar para el disenso propio de las sociedades liberales modernas, por el otro. Los aportes más recientes de Taylor a la teoría de la democracia resaltan además el hecho de que tal como existirían ‘modernidades múltiples’, tenemos que aceptar distintas formas democráticas en el mundo, coloreadas en cada lado por las culturas tradicionales y la historia (política) particular de la sociedad de que se trate. Pero las instituciones del autogobierno democrático son impensables dentro del imaginario moderno sin la existencia de la esfera pública. Distanciándose de un liberalismo puramente formal y apoyándose en las nociones hegelianas de Sittlichkeit (vida ética) y Anerkennung (reconocimiento), Miguel Yaksic nos presenta a un Taylor que imagina la esfera pública de las sociedades modernas como ese lugar donde diferentes concepciones de lo bueno y lo bello –con raíces fuertemente teológicas en muchos casos– dialogan y se permean mutuamente. En efecto, según Taylor las tres grandes fuentes de las que se alimenta la identidad moderna son la base teísta, el naturalismo de la razón desvinculada (ilustración) y el expresivismo romántico. Yaksic muestra cómo muchos de los bienes constitutivos de la modernidad, como la igualdad, la libertad, la tolerancia, la solidaridad y la convicción en los derechos universales exhiben una raigambre fuertemente cristiana. A pesar de todas las afinidades que se puedan suponer entre las filosofías neohegelianas del reconocimiento de Taylor y Honneth –o quizás precisamente debido a esta suposición–, Mauro Basaure nos previene en su detallado estudio contra una asimilación apresurada de ambas posturas. La ampliación del liberalismo que ejecuta Taylor va más allá del desglose honnethiano del concepto de reconocimiento en distintas esferas referidas por otro lado siempre al sujeto individual, en tanto nos invita a captar la posibilidad e importancia de una valoración de las distintas culturas e identidades colectivas existentes y de la defensa de sus derechos. La ausencia en Honneth de una ‘política de la diferencia’, en el contexto de sociedades cada vez más multiculturales como las actuales, queda consignada por Basaure como una seria deuda del pensador alemán, al tiempo que se resalta por contraste la atingencia del marco conceptual del filósofo canadiense. Finalmente, en este número se incluye una reseña de Esteban Torres sobre el libro de Hartmut Rosa titulado Social Accceleration. A New Theory of Modernity, editado en 2013. Quiero manifestar mi agradecimiento al director de la revista Persona y Sociedad, así como a los colaboradores del número por su interés y compromiso para con este proyecto.

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Cómo citar
Montero, D. (2016). Presentación. Persona Y Sociedad, 30(2), 7,9. https://doi.org/10.53689/pys.v30i2.104
Sección
Presentación
Biografía del autor/a

Darío Montero

Licenciado en sociología, minor en filosofía, Pontificia Universidad Católica de Chile; magíster en políticas públicas, Universidad de Erfurt, Alemania; doctor en sociología, Universidad de Jena, Alemania, bajo la supervisión de Charles Taylor y Hartmut Rosa. Actualmente se desempeña como docente en la Universidad de Chile y en la Universidad Diego Portales.

Correo electrónico: dimonter@gmail.com.